sábado, 8 de agosto de 2009

Tu me conoces, Señor...

Al ser perseguido por la reina Jezabel, Elías huyó en medio de una depresión. En el Desierto, Dios lo fortaleción con sueño y comida. A partir de entonces, su huída se convirtió en un peregrinaje al encuentro de Dios en el monte Horeb. Ahí, Dios se le manifestó en una suave brisa, en lugar de en medio del fuego, terremotos y vientos, como solía manifestarse...

Señor, tengo necesidad de ti, en especial cuando mi desánimo llega al extremo y siento un gran vacío. Por más cosas y acciones con que intente llenarlo, solo tú puedes saciarme.

A veces busco el ruido para acallar la sed de ti, pero en el fondo mi corazón te ansía.

Cuando deje que los días pasen sin sentidom, sal a mi encuentro, muestrame tu cuidado y torna mi desesperación en fe y esperanza.

Sé que a veces me llamas a la soledad para hacerte presente en mi vida como en la de Elías. Me buscas con ternura, no en huracán o el fuego, sino en la suave brisa del silencio.

Señor, concédeme descubrirte en el silencio de mi corazón.

Amén.

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